Marco camina por las calles nevadas de Montreal cuando se cruza inesperadamente con alguien de su pasado, el musculoso Kenzo. Años atrás en el instituto este pedazo de chulo solía hacer de su vida un infierno y aún sabiendo que no debería dedicarle ni un minuto más de su vida, reconoce que sigue estando impresionante y que sigue haciéndole derretirse por dentro con solo mirarle.
Haciendo caso omiso a su propia razón, Marco decide dejar hablar a Kenzo y le acompaña a su apartamento para que le diga lo que tiene que decirle. Kenzo sabe que Marco siempre le ha deseado y recientemente ha pensado mucho en él, así que le pide que se siente mientras va al baño para ponérsela dura fantaseando que se lo folla.
Cuando Kenzo vuelve al salón su enorme erección se marca en sus pantalones, sincerándose con Marco. Estaba tan reprimido en el instituto y tan preocupado por parecer el mejor ante los otros chicos, que cuando Marco se le insinuó se lo dijo a todo el mundo y entre todos le hicieron la vida imposible en las aulas.
Pero el pasado es el pasado y ahora tiene la oportunidad de pedirle perdón -aunque lo que realmente le pediría es su culo caliente. Pelillos a la mar, Marco decide perdonarle y no tarda en rodear con sus labios el palpitante rabo de su antiguo compañero y acosador.
Kenzo separa las suaves nalgas de Marco para empujar su enorme y dura verga dentro del rosáceo orificio y empezar a follarle con todas sus fuerzas.
La larga polla del delgado pasivo es sacudida arriba y abajo con cada embestida y se entrega al placer de su fantasía de adolescente, hoy convertida en realidad, para finalmente disparar una enorme corrida por todo su pecho sin vello siendo empotrado cabezabajo sobre el sofá.
Kenzo sigue embistiendo su ojete incansablemente antes de correrse también encima de Marco. Puede que este sea el principio de una nueva y bonita amistad.... ¡O follamistad!
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