El vigilante Jawbreaker ha vuelto para impartir su peculiar clase de justicia, pero esta vez su objetivo es… la policía.
Cuando llega a la comisaría para entregarles a un pervertido y encuentra al oficial Felix follándose el culo con un consolador, Jawbreaker compara su propio rabo, grueso y duro, con el juguete sexual y es obvio quien sale ganando.
Ojiplático y con la boca abierta viendo como el pollón del justiciero deja pequeño su consolador, Felix no duda ni un momento en mamárselo.
Una vez se lo ha dejado a punto, el policía se da la vuelta para que Jawbreaker le empotre por detrás y a continuación cabalga montado sobre la porra del vigilante, dejando que se lo folle sobre su mesa hasta correrse.
Agradecido por los servicios prestados, Felix cae de rodillas para recibir toda la corrida caliente de Jawbreaker sobre la cara.
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