Renato ha ido a pasar el fin de semana en casa de la pareja formada por el musculoso Rico y Lucas.
Pero al caer la noche, empalmado y más cachondo que un gato en celo, Renato no logra dormirse en el sofá y pajearse viendo videos porno en su móvil no le satisface... quiere sexo de verdad. Y no es el único, Rico se pega a su novio para pegarle una buena follada, pero a él no le apetece, dice que le duele la cabeza y le pide que le deje dormir.
A la mañana siguiente, Renato se encuentra en la cocina con Rico y enseguida se da cuenta de la trempera matinal que marca dentro de sus pantalones... ¡Rico tiene una gruesa y dura verga!
Viendo que sube para acostarse de nuevo, Renato gatea hasta Rico para mamársela dejando que este tantee su estrecho con los dedos.
Renato se pone de pie y se baja los calzoncillos para que Rico pueda devolverle la mamada, pero temiendo despertar a su novio, que sigue durmiendo sin enterarse de nada, bajan al salón.
Ni siquiera pueden esperar a llegar al sofá, Renato se pone a cuatro patas en las escaleras para que Rico le empotre por detrás con todas sus fuerzas.
Tras mamarle la polla arrodillado en el suelo, Renato se pone de rodillas sobre el sofá para que Rico vuelva a follarle por detrás.
Ese pollón grueso entrando y saliendo de su culo le hace gemir de placer y toma las riendas para cabalgar sobre él, masturbándose y metiéndoselo hasta las pelotas una y otra vez.
Rico le hace tumbarse en el sofá con las piernas en alto y le come bien el culo que acaba de follarse antes de volver a hacerlo, esta vez de frente, hasta que Renato no puede más y se corre sobre sus propios abdominales.
A Rico le apetece correrse sobre la cara de Renato y le hace arrodillarse a sus pies para mamarle las pelotas, masturbándose hasta que el semen caliente brota de su pollón a la lengua del pasivo, que se lo mama hasta dejarlo reluciente.
Los dos se preguntan si con todo ese jaleo no les habrá oído el dormilón de Lucas, que se despierta pensando que todo ha sido un mal sueño.
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