El rudo chulazo Heath se aprovecha al máximo de Carter, el guapo sobrino de su jefe, cuando se quedan solos en el rancho.
Tan pronto su jefe se marcha a la ciudad, Heath le pone los ojos encima a Carter, que está tomando el sol junto a la piscina y solo lleva puesto un ajustado suspensorio sobre su cuerpo. Cuando le ve husmeando por el corral, Heath da un paso al frente y empieza a manejar a Carter como hace con todos los animales de la granja.
Metiéndole mano en el paquete, agarrándole la polla y las pelotas, azotándole en el culo, tratándole sin la menor consideración por ser el sobrino del jefe y obligándole a mamarle la polla. De rodillas en el suelo, Carter engulle el grueso rabo de Heath hasta el fondo de su garganta y está encantado de complacerle.
Heath se da la vuelta forzando a que Carter hunda la cara cabeza entre sus nalgas para lamerle el ojete antes de llevarle al interior del corral, donde le ata las muñecas con una soga para someterle a un placentero tormento, golpeándole el torso con un azotador y mamando su polla hasta ponérsela dura como una roca.
Pero la humillación de Carter no acaba todavía y Heath le lleva atado del cuello con una correa hasta el barro, empujándole en la charca hasta que el cerdito está embarrado y a cuatro patas para ser follado. Carter disfruta como un marrano, suplicándole que no pare.
Carter es atado de nuevo a una cerca de madera llevando un sonoro cencerro de vaca colgado del cuello. Heath le vuelve a fustigar con el azotador con la puesta del sol antes de follar de nuevo el ojete cachondo del joven.
Finalmente, Carter esta tumbado de espaldas, sobre una plataforma de madera, despatarrado y atado de nuevo con una soga por las muñecas y los tobillos, a merced de Heath, que embiste su culo minuciosamente y con todas sus fuerzas.
Se ha salido con la suya con este joven putón, que suplica por su semen caliente, así que complace a Carter con una enorme corrida sobre la cara.
Y para dar por completo este día perfecto en la granja, Heath deja que Carter se masturbe, acariciándole el pecho hasta que se corre sobre sí mismo.
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